Del coronavirus a un futuro mejor

Y de golpe, pasó lo imposible. Se acabó el mundo que conocíamos y nos metimos adentro de una película apocalíptica. 

Aislados en casa mientras caía la economía mundial, empezamos a valorar lo que dábamos por hecho, con la sospecha creciente de que la normalidad de antes no volvería jamás.

Una gran crisis impensada hace tan solo unos meses. Un shock tanto a nivel personal como de sistema.

El shock personal

Cuando se sacude el barco, suele salir lo mejor y lo peor de nosotros. 

El egoísmo es una reacción normal cuando todo el que te cruzás por la calle te puede contagiar un virus mortal. Y además con barbijo es más difícil empatizar.

Por eso la primera reacción de muchas personas fue correr a llevarse todo el alcohol en gel y el jabón del supermercado, como si los demás no tuvieran que lavarse las manos también para salvarnos. Y en Estados Unidos incluso agotaron las armas, por las dudas… 

Sin embargo al mismo tiempo surgió un brote de solidaridad increíble: médicos que atienden a personas sin cobertura médica, restaurantes que regalan comida a quienes se quedaron sin nada, vecinos organizándose para ayudar a los mayores de su edificio, clases online gratuitas de todo tipo… Cada día más personas se dan cuenta de que cooperar es mejor que competir, y cada día son menos los que niegan la importancia de la sanidad pública universal.

Pero después del shock inicial, sobreviene la pregunta: ¿y después qué? ¿Cuánto de la vida queremos sacrificar en el altar de la seguridad? 

"Si nos mantiene más seguros, ¿queremos vivir en un mundo donde los seres humanos nunca se congregan? ¿Queremos usar máscaras en público todo el tiempo? (...) ¿Elegiremos vivir en una sociedad sin abrazos y apretones de manos para siempre?"

El Shock del sistema

Y es verdad que muchos supuestos pilares inmutables del neoliberalismo cayeron como los naipes del frágil castillo que son. 

Para los defensores de este modelo el estado era el enemigo a extinguir, privatizando la salud, la educación y hasta la justicia. Había que dejarlo todo en manos del mal llamado “libre” mercado.

Pero el miedo a la muerte convirtió a los neoliberales en keynesianos y ahora están desesperados por la ayuda de Papá Estado. Donde antes había que recortar, ahora hay gigantescos presupuestos de emergencia. Hasta se habla de la renta básica universal… y ya pocos dudan que en el futuro tendremos un Estado más intervencionista.

"Lo que se refleja en el pánico del mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor."

El peligro

El coronavirus es el desastre perfecto para el sistema, según Naomi Klein. La autora de “La doctrina del shock” denuncia hace años cómo el capitalismo aprovecha los momentos de shock para impulsar su agenda neoliberal y anti-ambiental.

En este caso, las élites políticas y económicas buscarán aprovechar la crisis para rescatar (con nuestro dinero) a las indústrias culpables del cambio climático: las aerolíneas, las del gas y petróleo, la de los cruceros y todo eso. Y para postergar el dinero a las soluciones.

También es evidente que con la excusa de la salud, querrán sacrificar la poca privacidad que nos queda en aras de mayor cibervigilancia. ¿Cuáles serán sus límites y sus fines ocultos?

"China podrá vender ahora su estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza."

Si recordamos el 11S y sus consecuencias en la seguridad y la privacidad, está claro que alrededor de esta pandemia se está construyendo el precedente para:

  • El monitoreo de los movimientos de las personas en todo momento
  • La suspensión de la libertad reunión
  • La vigilancia militar de los civiles
  • Detención extrajudicial, indefinida
  • La prohibición del efectivo
  • Censura del Internet
  • La soberanía del gobierno y las farmacéuticas sobre nuestros cuerpos
  • La clasificación de todas las actividades y destinos en lo expresamente permitido y lo expresamente prohibido (puede salir de su casa por esto, pero no aquello), eliminando la zona gris no policial y no jurídica.

¿Todo esto para evitar las muertes por COVID-19? Son muchas, pero también hay otras tragedias con números más impresionantes. 1 de cada 8 personas pasa hambre en el mundo. En 2018, 159 millones sufrieron retraso en el crecimiento y 50 millones con desnutrición, y más de 1 millón de personas se suicidan cada año en el mundo. 1 de cada 6 personas muere de cáncer.

Vandana Shiva

De hecho, Vandana Shiva nos señala las cifras de muertos por COVID-19, y vemos que:

  • La tasa de mortalidad del coronavirus es de 1.6%.
  • Si uno tiene problemas cardíacos, aumenta a 13.2%.
  • Con diabetes, aumenta a 9.2%.
  • Con cáncer es 7.6%.

¿Estamos muriendo por coronavirus, o por las demás enfermedades crónicas causadas por nuestra alimentación tóxica?

Está comprobado que los pesticidas de la agroindústria (como el glifosato) son cancerígenos, y las mismas empresas que los venden, se benefician de las enfermedades a través de sus filiales farmacéuticas:
Bayer es una compañía farmacéutica y vende pesticidas tóxicos (Monsanto). Syngenta es una compañía de tóxicos y como Novartis vende productos farmacéuticos.

Además, la propagación del coronavirus está directamente relacionada con la destrucción ambiental. Cuando destruimos el bosque, los murciélagos se mudan a nuestros patios y granjas, los virus que estaban en equilibrio con otras especies pasan a los humanos y se convierten en pandemia. Lo mismo pasó con el ébola. Por no hablar de la enfermedad de las “vacas locas”, generada por alimentar vacas con carne de vacas intoxicadas muertas.

Pero enfrentar estos problemas son cuestionar el Sistema mismo.
En cambio el coronavirus es el problema perfecto, porque se trata de un nuevo Enemigo Externo, como el terrorismo, que el Sistema sabe combatir a través del autoritarismo y el control:

“Destacamos a el Covid-19 como un llamado a las armas, reorganizando la sociedad como si fuera un esfuerzo de guerra, mientras tratamos como normal la posibilidad de armagedón nuclear, el colapso ecológico y cinco millones de niños muriendo de hambre.”

La oportunidad

¿Se acuerdan cuando decían que no había dinero para las soluciones?
¿Que no se podían cambiar las cosas con la rapidez necesaria?

¿Acaso no parecía imposible vivir más despacio, producir menos y limpiar el aire de nuestras ciudades?

La crisis del coronavirus hace ya innegable la realidad: cuando queremos reaccionar colectivamente contra una amenaza común, podemos hacer cosas impensables a una velocidad asombrosa.

Y la principal amenaza que enfrentamos colectivamente es, según los científicos, el cambio climático. Ahora que nos auto-demostramos cómo reaccionar colectivamente frente a una emergencia, aprovechemos el envión para solucionar también la otra gran crisis.

¿De verdad vamos a rescatar con nuestro dinero a las aerolíneas, empresas petroleras y demás responsables del cambio climático? ¿A cambio de nada? ¿O vamos a usar el dinero para la Gran Transición?

"Durante años, la normalidad se ha venido estirado casi hasta su punto de ruptura. Una cuerda que se fue estirando cada vez más y más, esperando a que el pico de un cisne negro la rompiera en dos. Ahora que la cuerda se ha roto, ¿volvemos a unir sus extremos, o debemos deshacer aún más sus restos colgantes, para ver qué podríamos tejer con ellas?"

El futuro

Detrás del coronavirus -y detrás del cambio climático también- se esconde una crisis aún más grande, una crisis de percepción.

Un paradigma se desmorona. El que dice que la naturaleza es algo externo a dominar y explotar, y que somos seres racionales que competimos entre nosotros por recursos escasos.

El nuevo paradigma es “regenerativo” y piensa en positivo: ¿cómo podemos rediseñar nuestra presencia en la Tierra para restaurar y regenerar los ecosistemas, potenciando nuestra salud y la de todos los seres vivos?

"Podemos vincularnos en todo el mundo a través de la propagación de enfermedades como el coronavirus cuando invadimos los hogares de otras especies o cuando manipulamos plantas y animales para obtener ganancias comerciales y codicia y propagamos monocultivos. O podemos estar conectados a través de la salud y el bienestar para todos mediante la protección de la diversidad de los ecosistemas y la protección de la biodiversidad, la integridad y la autoorganización (autopoiesis) de todos los seres vivos, incluidos los humanos."

Cuando toda esta locura termine, podemos estar en un mundo mucho más oscuro, porque para los poderosos, la crisis es una gran oportunidad. Pero también es una oportunidad para nosotrxs. No la desperdiciemos.

Aprovechemos la crisis para exigir un futuro mejor.

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