• La humanidad enfrenta una profunda crisis de imaginación. Cuando pensamos en el futuro, nos resulta muy difícil visualizar un mundo sin basura, sin contaminación y sin millones de personas atrapadas en la pobreza.
  • Nos enfrentamos a una encrucijada histórica: si no reducimos el consumo global, nos dirigimos hacia una catástrofe ecológica sin precedentes; pero si la economía decrece, miles de millones de personas continuarán atrapadas en la miseria. Pareciera que no hay alternativa a seguir destruyendo el planeta si queremos alimentar y dar trabajo a nuestros pueblos.
  • Sin embargo, la realidad es que hay muchas soluciones y alternativas. Millones de personas trabajan día a día construyendo las bases de un futuro distinto, en el que la economía y la ecología no chocan.  
  • Es momento de abandonar las narrativas obsoletas del siglo XX, que ven a la ecología como un límite al desarrollo, y adoptar nuevas historias en las que la producción de alimentos y la creación de empleo regeneren los ecosistemas.
  • Vamos a rediseñar el sistema con una visión integral y profunda, basada en nuestra interconexión con toda la vida planetaria y la convicción de que no se trata de salvar a la naturaleza, que estará muy bien sin la humanidad, sino de salvarnos reconociéndonos como parte de ella.
  • Esto significa dejar de ver la vida como un mercado e ir más allá del concepto de sostenibilidad, tan desgastado por la publicidad corporativa. No basta con sostener el mundo existente, no basta con detener la destrucción. Vamos a recuperar, revitalizar y regenerar los ecosistemas que sostienen la vida en la Tierra.
  • Un cambio de esta magnitud exige rediseñar nuestras economías, dejando atrás la obsesión por el crecimiento infinito y sustituyéndola por la búsqueda del bien común. Implica desafiar la lógica del mercado para reducir las desigualdades y desmantelar el casino financiero, enfrentando así a poderosos intereses.
  • Y necesariamente implica también recuperar nuestras democracias, secuestradas por la corrupción, por un puñado de multinacionales y la big data. Fomentamos la participación ciudadana permanente y cuestionando quién tiene qué datos nuestros para qué y exigirmos transparencia a nuestros gobiernos.
  • No somos fatalistas ni ingenuos. Rendirnos no es una opción. Actuamos con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.

     

     

  • Somos autodidactas. No tenemos la posta; nos equivocamos y vamos aprendiendo, teniendo más claras nuestras preguntas que nuestras respuestas. Pero no queremos parar de aprender y cada vez somos más.
  • La salida es colectiva. Hay una historia en la que revertimos el cambio climático, eliminamos el hambre en el mundo y reducimos la desigualdad. Es una tarea gigantesca, monumental y muy compleja, pero no imposible.
Anomadorxs por un Futuro Mejor
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